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«La tragedia tiene un final doloroso, pero la comedia más»: Fabio Rubiano

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A propósito del reciente lanzamiento de su novela Soy asesino y padre de familia, Fabio Rubiano habló con Revista DC sobre la relación entre el teatro y la literatura, la figura del perpetuador de crímenes y los diferentes lenguajes artísticos con los que trabaja.

Por: María Antonia León

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Luego de haber estado vinculado con la dirección y escritura de veinte obras de teatro, cuatro de las cuales han sido Premio Nacional de Dramaturgia, Rubiano nos presenta su primer libro de narrativa. Allí, una dimensión ampliada del asesino y la violencia como enfoque transversal afloran de nuevo. Esta es la apuesta de un dramaturgo, director, actor, docente y novelista que continúa presentándonos piezas inquietantes.

DC: ¿Qué lo impulsó a dar el salto de la dramaturgia a la narrativa?

No creo que haya dado el salto. Lo que en narrativa podría llamarse narrador en primera persona, en teatro es un monólogo. Así, la novela es sobre un personaje que habla de sí mismo y cuenta una historia. No me considero un narrador, creo que sigo contando lo que tengo que contar en términos todavía muy pegados a la teatralidad. Lo que sí siento es que nunca voy a tener el músculo narrativo en el sentido de crear atmósferas a través de la descripción. No sé si haya una diferencia abismal porque uno lee novelistas que dialogan muy bien. De hecho, el libro que estoy escribiendo ahora es un gran diálogo entre dos personajes.

DC: Alejandro, el protagonista de la novela, en realidad no mata gente, pero sí ejerce la tortura y la intimidación. ¿Por qué lo denomina asesino?

De antemano quiero dejar planteado eso porque hay quienes dicen yo no maté a nadie, pero resulta que mandó a matar a quinientos. Entonces sí es un asesino porque es el determinador, y según el lenguaje jurídico, tiene la misma responsabilidad. En este país estamos acostumbrados a avalar los asesinatos con frases como por algo sería o es un mal necesario. Conectar con ese tipo de comportamientos también nos convierte en asesinos.

DC: ¿Por qué su interés en presentarnos a este personaje?

Me interesa mucho el personaje doméstico. Por lo general los grandes criminales de nuestro país son vistos como monstruos o seres extraordinarios, pero muchas veces viven en la casa de al lado o en la nuestra. Por eso la necesidad de mostrar a un personaje cotidiano, tranquilo, buena persona, débil o incluso capaz de generar cierta compasión. Me interesa que se vea eso. Por otro lado, hay personajes de nuestra vida nacional que parecen ejemplos a seguir y resultan siendo criminales de alta gama.

DC: Alejandro guarda características en común con Salvo Castelo, el protagonista de Labio de liebre. Sin embargo, hay una línea que los separa. ¿En qué se diferencian?

Salvo Castelo está en los círculos de poder político y económico, y tiene como misión salvar el país. Alejandro es de clase media, es arribista y su objetivo final es que su hija pueda viajar a Miami en las mejores condiciones. Es más cercano al hombre promedio colombiano. Hay una diferencia de clases sociales entre ambos personajes, pero los resultados frente a los derechos humanos son los mismos.

DC: ¿Por qué el interés en abordar la violencia a través de sus creaciones?

La violencia nos surca día tras día en diferentes instancias, y uno no puede hablar de un país en el que no vive. O bueno, sí puede, pero en nuestro caso es muy difícil. Sin embargo, no hay una intensión de asumir la violencia como eje estético, no hay una exposición evidente, frontal, core, escatológica o pornográfica.

Las violencias que manejamos están presentadas de la manera más sutil posible, desde un ángulo donde no haya actos violentos, sino a través de otros registros, a veces con dulzura y humor, aunque no esté la intención de hacer chistes con el dolor de nadie. No hacemos que la violencia se vea bonita, mostramos sus causas con las mejor es herramientas artísticas con las que contamos.

DC: ¿Por qué cree que su público se ríe a pesar de que usted presenta historias tan brutales?

No hay una intención de hacer comedia, lo que pasa es que nuestras realidades llegan a un nivel tan absurdo que producen risa, como cuando el gran asesino dice que está en contra del aborto. Ese es el absurdo que mueven ciertas morales en nuestra sociedad, que se acomodan dependiendo la situación y eso produce risa. La tragedia tiene un final doloroso, pero la comedia más. Reírse del dolor es una vía de escape, una máscara, no creo que sea indolencia o falta de empatía.

DC: Usted ha dicho, el teatro es el arte superior, ¿por qué lo considera de esa manera?

Yo defiendo mi oficio. Uno es hijo de la literatura, del teatro y del cine. El cine es hijo del teatro, lo que pasa es que es un hijo que subió de estrato, a veces es antipático y olvida a su padre, pero el origen de muchas transformaciones formales y artísticas ha sido el teatro. No quiero decir que la literatura no lo haya hecho, ni la pintura o la arquitectura, pero el teatro ha estado a la vanguardia. No creo que sea mayor que las otras artes sino diferente.

DC: ¿Cómo influye en sus obras de teatro, y ahora en sus libros, su trabajo como docente de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional?

La docencia es de los trabajos donde uno más se forma, claro, en la medida en que reformule los contenidos. Como docente siempre se está al tanto de las inquietudes de las nuevas generaciones, por lo que uno se mantiene activo. El concepto de taller hace que la cabeza se mueva todo el tiempo y yo pienso que ese es el eje del teatro. El teatro siempre está en crisis y la crisis es uno de los elementos constitutivos del desarrollo dramático. Me encanta la relación que establezco con mis estudiantes, me ayuda mucho y me da libertad.

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*Soy asesino y padre de familia es el primer libro de narrativa de Fabio Rubiano. Actualmente está escribiendo una nueva novela.

*En la obra Labio de liebre, Rubiano expone la violencia a través de un asesino de alta gama que padece con las apariciones de sus víctimas no reconocidas.


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