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Aunque ha sido tildado de generar baja rentabilidad, en Colombia el teatro se niega a morir.
Aunque ha sido tildado de generar baja rentabilidad, en Colombia el teatro se niega a morir gracias a iniciativas como la red de salas concertadas y los nuevos recursos destinados para su desarrollo.
Por María Antonia León
El arte dramático se empezó a consolidar en Colombia en los años sesenta, principalmente en escenarios universitarios. De esa época son algunas de las compañías más fuertes que tiene el país: los teatros Libre y La Candelaria. En los setenta nacieron el Nacional y el Matacandelas; y en los ochenta, Tierra, Petra, Paciencia de Guayaba y el Águila Descalza, entre muchos otros.
En la última década el teatro colombiano ha luchado con todas sus fuerzas por mantener su lugar, buscar recursos y formar públicos. Ninguna de estas ha sido una tarea fácil, en especial porque el surgimiento de nuevas tecnologías audiovisuales facilita el entretenimiento en casa, y los espectadores valoran más unos géneros que otros.
El fenómeno comercial de la década es el stand up comedy. Gonzalo Valderrama y Andrés López son considerados los pioneros del género aquí, el primero con La comedia malparada y el segundo con La pelota de letras. Ambos monólogos tienen menos de quince años, pero desde su lanzamiento hasta hoy inspiraron a una generación de comediantes que siguen llenando las salas. Se trata de un género rentable porque atrae grandes públicos y su realización no es tan costosa como la de las obras de gran factura.
Sin embargo, existen varias iniciativas que han permitido garantizar la subsistencia de las diferentes expresiones en el país: Cali, Manizales, Antioquia, el Caribe y Bogotá cuentan con festivales y encuentros teatrales con participación de artistas nacionales e internacionales. Además, están los programas de formación y los estímulos para artistas y gestores.
“El Programa Distrital de Salas Concertadas brinda un apoyo a las organizaciones que cuentan con una sala que funciona permanentemente, fortaleciendo a los grupos que pasan por ahí, la apropiación de los ciudadanos y las actividades inherentes al espacio”, relata Nathalia Contreras, gerente de Arte Dramático de Idartes.
La otra gran apuesta desde los recursos públicos es la convocatoria de estímulos, que se lleva a cabo desde el Ministerio de Cultura y también desde Idartes. Allí, las líneas de fortalecimiento son la creación, circulación e investigación. Los recursos se brindan mediante becas, concursos, premios, residencias artísticas y pasantías nacionales e internacionales.
“El campo teatral es dinámico y cada vez tiene una oferta más amplia para todos. Hemos liderado procesos dirigidos a grupos de teatro de calle y gestual, narradores orales y artistas circenses, porque de hecho el sector de circo es el que ha tenido más desarrollos visibles en la ciudad”, asegura Contreras.
Ninguna otra expresión artística es tan vital como el teatro porque este, a diferencia de otras artes, ocurre en el tiempo presente. Se crea y se reinventa, se construye y se deshace. El arte dramático seguirá vivo, pero dependerá de los espectadores que se haga más grande.
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